El otro día compré en un conocido supermercado una bolsa llena de productos frescos de bollería. Por curiosidad, busqué en el envase la etiqueta alimenticia reglamentaria. En letra muy pequeña pude leer, con gafas naturalmente, la lista de componentes de esos productos tan apetitosos a primera vista. Ante mi sorpresa, leí que esos “bollos” contenían nada menos que trece tipos de aditivos diferentes, y que la margarina, ella sola, aportaba otros ocho más. Con objeto de aclarar esta situación, voy a intentar descifrar el contenido de esa etiqueta. Para ello, transcribo textualmente la lista de los componentes reseñados en ella:
1.- Harina de trigo
2.- Margarina, que contiene los ocho tipos de aditivos siguientes:
a) Grasas vegetales y aceites vegetales parcialmente hidrogenados de palma y girasol.
b) Antioxidantes: E-3041i, E-306, E-330.
c) Tocoferol
d) E-472c
e) Conservador: E-200
f) Emulgentes: E-471, E-475
g) Aromas.
h) Colorante: E-160a
3.- Agua.
4.- Azúcar.
5.-Levadura.
6.- Espesantes: E-412, E-415.
7.- Emulgente: E-472e,
8.- Enzimas.
9.- Agente tratamiento harina: E-300.
10.- Gluten de trigo.
11.- Sal.
12.- Esencia de mantequilla.
13.- Trazas de huevo y leche.
Resulta extraño y sorprendente a primera vista que cada pieza de bollería contenga cerca de treinta productos diferentes, ella solita. En principio, para un “bollo” normal antes solo se necesitaban harina, mantequilla, agua, azúcar, levadura y sal. Es decir, seis componentes. ¡Cómo han cambiado las cosas!
No debería extrañarnos nada de eso. Ya que eso es extensible a la vida normal en la que usamos cientos de productos diarios para cada necesidad. Por ejemplo, una señora antes de salir a la calle, en la ducha usa un gel de baño de composición compleja; luego, cremas hidratantes, exfoliantes, etc. y todo para el tipo de piel particular; se pone laca en el pelo, después de habérselo lavado con un champú con siete ingredientes por lo menos; se pinta o se retoca las uñas con un líquido, que vaya usted a saber lo que contiene; se pinta los ojos con una sustancia indeterminada; se echa una o dos cremas de manos para protegerlas de varios agentes ”agresivos”; se pone colonia o perfume, según la ocasión (que tienen múltiples componentes también); y el desodorante; y no hablemos de los “coloretes”, y yo qué sé la de otras cosas que pueden caer. Y todo por una causa nobilísima: estar bien arreglada, ir presentable, como debe ser. Es decir, que la vida moderna nos hace ser cada vez más complicados, y que nos vamos adaptando a ella insensiblemente utilizando los avances que todas las ciencias, todas las industrias, todas las televisiones, todos los periódicos, y todas las amistades, nos muestran como “necesarios”.
Por eso, no es de extrañar que en este caso de la bollería que estamos analizando, pase tres cuartos de lo mismo. Y que, por ejemplo, no se utilice una margarina cualquiera: tiene que tener ocho tipos distintos de aditivos, constituidos algunos de ellos por hasta tres componentes diferentes. ¡Si no, no sería una margarina de “buena familia”! Ante todo esto, la pregunta que surge de inmediato es: ¿Son todos esos aditivos necesarios? ¿Serán beneficiosos o perjudiciales para la salud, tan maltrecha que tenemos algunos? ¿Podemos comernos toda la bollería industrial que hay en el mercado con gran tranquilidad? Trataremos de contestar a estos interrogantes.
INTENTO DE DESCIFRADO DE LA ETIQUETA ALIMENTARIA DE LOS BOLLOS
Para ello es necesario acudir a la lista de aditivos aprobados por la Unión Europea, que se identifican con la numeración “E” seguida de un número. De acuerdo con esa lista, la identidad de los aditivos en cuestión es la siguiente:
1.-“Harina de trigo”: no tiene implicaciones importantes, aunque hay unos tipos mejores que otros.
2.-“Margarina”: Se dice que contiene ocho tipos de aditivos:
a)“Grasas vegetales y aceites vegetales parcialmente hidrogenados de palma y girasol”. Esto quiere decir que esos aceites y/o grasas de palma y girasol se han “hidrogenado” artificialmente, convirtiéndolos en productos más sólidos y “saturados”. Ya sabemos que cualquier tipo de grasa o aceite parcial o totalmente hidrogenado (saturado) tiene mala fama, porque se relaciona con aumentos de los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, que, en ocasiones, pueden conducir a problemas cardiovasculares y arteriosclerosis. No conviene abusar de estos productos.
b)“Antioxidantes”: E-304i = Estearato de ascorbílo; E-306 = Extracto rico en tocoferol; E-330 = Ácido cítrico. Impiden o retrasan el enranciamiento.
c)“Tocoferol”: no es importante la distinción, pero no se indica cuál de los posibles tocoferoles aprobados han usado. Es otro antioxidante.
d)“E-472c”: Aditivo “misterioso”. No dice lo que es la etiqueta, pero corresponde a “Esteres del ácido cítrico de ácidos grasos mono- y diglicéridos”. Es un estabilizante.
e)“Conservante”: E-200, que es ácido sórbico.
f)“Emulgentes”: Son emulsionantes: E- 471, que son ácidos grasos mono- y diglicéridos, sin especificar; y E-475 que son Esteres de ácidos grasos con poligliceról.
g)“Aromas”, que no se indican.
h)“Colorante”: E-160ª: “mezcla de Carotenos”, indeterminada (color amarillo a rojo).
(Hasta aquí la composición de la margarina). El resto de componentes de la bollería son:
3.- “Agua, azúcar y levadura” (de ésta última no se especifica cual, si natural o química).
4.- “Espesantes”: E-412 = Goma guár; E-415 = Goma xantán.
5.- “Emulgente”: E-472e = Esteres del ácido mono- y diacetíl tartárico con ácidos grasos mono- y diglicéridos, sin indicar cuales son los ácidos en cuestión.
6.-“Enzimas”: No se especifican. Ayudan a una buena fermentación de las masas de harina.
7.- “Agente tratamiento harina”: E-300 = Ácido ascórbico. Es un antioxidante.
8.- “Gluten de trigo”: No se especifica. Es una mezcla de proteínas del grano de trigo.
9.- “Sal”.
10.- “Esencia de mantequilla”: No se especifica.
11.- “Trazas de huevo y leche”. No se sabe por qué.
Bueno, ¿qué me dicen de todo éste “batiburrillo”? Pero no hay que rasgarse las vestiduras como se indicó anteriormente. Incluso, con los componentes no bien especificados no pasa absolutamente nada por su falta de información, ya que todos ellos están reglamentariamente utilizados.
El interés del pastelero o repostero que elabora esos bollos es que su producto tenga buen aspecto, que “entre por los ojos”, que no se deteriore antes de tiempo, que tenga un color y sabor agradable, que no tenga moho, que no esté seco, que no esté “chuchurrido”, etc., etc. Pues para todo eso, es necesario tratar a la masa del pobre bollo con un montón de cosas. En consecuencia, no hay que tener ningún inconveniente en comprarlo y en comérnoslo con mucho gusto. No nos dará ninguna indigestión. Todos esos numerosos aditivos están aprobados por la Unión Europea y por las autoridades españolas y son necesarios para el buen estado del "dichoso bollo”.
La moraleja que se puede sacar de esto es que todo eso está muy bien, pero también hay otra opción, y es que es buenísimo, que en lugar de comprar esa “cosa tan compleja”, y que a algunas personas “quisquillosas” les puede hacer fruncir un poco el ceño, hagamos los bollos nosotros en la propia casa. De esta forma, el alimento tranquiliza la conciencia, puede ser algo más saludable, no tiene “aditivos extraordinarios” (en la casa realmente no son necesarios ya que duran muy poco encima de la mesa, sobre todo si hay gente joven por medio), su precio es más bajo, y sobre todo, es un magnífico entretenimiento personal, y que puede, además, servir para enseñar a otras personas a hacer lo mismo. Así que manos a la obra y... ¡Que aproveche!
Por: El alquimista molecular