jueves, 27 de febrero de 2014

Aditivos alimenticios 1: Generalidades

Generalidades


El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE) define (entre otras acepciones) a los aditivos como una “sustancia que se agrega a otras para darles cualidades de que carecen o para mejorar las que poseen”.

Esta definición se ajusta perfectamente a los “aditivos alimenticios”. En este caso, son sustancias que mejoran el color, el sabor, o su conservación, añadiéndose en muy pequeña cantidad al alimento.

El uso de aditivos para mejorar las características de los alimentos  se remonta a la prehistoria (uso de la sal y del humo). Los egipcios ya usaban el vinagre, el vino y la miel como aditivos. También en épocas lejanas se usaba dióxido de azufre, por su acción antibacteriana y antioxidante,  en puntos de Asiria, Grecia y China. Pero es a partir del siglo XVIII cuando comienza a popularizarse el empleo de aditivos “químicos” (el primero fue el borax).

En la actualidad son múltiples las sustancias, tanto naturales (vegetales, animales o minerales), como sintéticas, que se usan como aditivos en alimentación.

Al ser componentes “extraños” al producto parece natural que deban cumplir una serie de requisitos, propuestos por las autoridades competentes en la calidad y salubridad de los alimentos. Así,  la Organización Mundial  de la Salud (OMS, o WHO, por sus siglas en inglés) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés) promovieron hace mas de 50 años una Comisión Conjunta de Expertos que elaboró el “Codex Alimentarius” y una serie de recomendaciones para armonizar todas las normas alimenticias de todos los países, con vistas a la protección de la salud de los consumidores y para la buena práctica de la industria alimentaria.  

En la Unión Europea existe un Reglamento (CEE-1333-2008) que regula la utilización de los aditivos alimenticios, indicando en su caso, las cantidades máximas que se pueden emplear y los alimentos a los que se puede adicionar.

En España, la “Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición” es la encargada de controlar y hacer cumplir las Normas europeas e internacionales.

Los aditivos en la Unión Europea se identifican con un número precedido por la letra “E”. Los grupos de aditivos se clasifican del modo siguiente:

-Del E-100 al E-199 son sustancias Colorantes.
-Del E-200 al E-299 son sustancias Conservantes.
-Del E-300 al E-399 son antioxidantes y reguladores de la acidez
-Del E-400 al E-499 son estabilizantes, espesantes, gelificantes y emulsionantes.
-Del E-500 al E-599 son correctores de acidez o sustancias minerales.
-Del E-600 al E-699 son potenciadores del sabor.
-Del E-900 al E-999 son agentes de recubrimiento, gases de envasado y edulcorantes.
-Del E-1100 al E-1199 son enzimas.
-Del E-1400 al E-1499 son almidones modificados.
               
Hay que hacer notar que  no todos los números de cada centena, o todas las centenas, están ocupados por sustancias, ya que quedan huecos en espera de ser ocupados por nuevos aditivos, previa aprobación legal. Todos los aditivos deben figurar escritos expresamente en la etiqueta del producto, enumerándose de mayor a menor concentración, así, el primero es el mas abundante y el último el de menor cuantía.

Para los aditivos fuera de la Unión Europea existe una identificación especial. Se identifican, también, con un número, precedido de las letras “INS” (International Numbering System), Sistema de Numeración Internacional.
               
El Instituto Nacional de Salud norteamericano (NIH, por sus siglas en inglés)  da unas indicaciones sobre los aditivos que representan un punto de vista interesante. Así, indica que los aditivos deben contribuir a:
                a) Añadir nutrientes.
                b) Ayudar a preparar los alimentos.
                c) Mantener el producto fresco.
                d) Hacer que el alimento sea mas atractivo.
                Además, deben cumplir cinco funciones principales:
                
1.- Dar consistencia: Los emulsionantes evitan que los componentes del producto se separen. Los estabilizadores y espesantes proporcionan buena textura. Los antiapelmazantes permiten la fluidez.
                
2.- Mejorar el valor nutricional: Muchos alimentos se enriquecen con vitaminas, minerales y otros nutrientes (cereales, leche, margarina, etc.).
                
3.- Conservar la salubridad: Reducen el daño que puedan producir la oxidación o algunos microorganismos.
                
4.- Controlar la acidez: Necesario para obtener un determinado color o sabor. También ayudan a los agentes fermentadores para que “esponjen” los bizcochos, tartas, etc.
                
5.- Suministrar color y mejorar el sabor: Se mejora el aspecto del producto o se resalta su sabor.      

Un grupo especial de aditivos, a considerar por su actualidad, son los empleados recientemente en la llamada “gastronomía molecular”. Su objeto es suministrar presentaciones novedosas, exóticas o casi misteriosas de determinados alimentos. Para este grupo de sustancias dedicaremos un artículo especial mas adelante.

Con los aditivos pasa algo parecido a las medicinas, todos pueden tener efectos secundarios, y hay que conocerlos.  El problema es que no hay un frente común en lo que se refiere a cuáles aditivos son perjudiciales o cuáles son idóneos para la salud humana. Se da el caso de que sustancias usadas en Europa están prohibidas en otros países y viceversa.

Hace años apareció una lista de aditivos “sospechosos” o “cancerígenos”. Se la recuerda como la “Lista del Hospital Villejuif” en Francia. Esta lista fue enseguida criticada por diferentes organismos, y hoy no se le da apenas valor.

El concepto de idoneidad para la salud es muy complejo. Hay sustancias que aún en muy pequeña cantidad son nocivas; pero hay otras, que solo son tóxicas por encima de unos determinados niveles de concentración. Otras, se acumulan en el organismo, aún en pequeña cantidad. Y, por supuesto, existen otras muchas que no son tóxicas. En los países nórdicos, por ejemplo, están prohibidos todos los aditivos sintéticos. Por ejemplo, en las listas europeas figuran algunos aditivos considerados por algunos países como “sospechosos”. Sin embargo, hay que tener confianza en las autoridades competentes en este campo cuando, después de numerosísimos estudios científicos y epidemiológicos, autorizan el empleo de algunos aditivos en unos determinados márgenes de concentración. Concretamente, en la Unión Europea se tarda un mínimo de diez años en autorizar el empleo de un nuevo aditivo. Se necesitan cinco años de estudios científicos de seguridad, dos de evaluación por la Autoridades competentes en Seguridad Alimentaria y otros tres para que el nuevo aditivo reciba la aprobación para su uso por cada uno de los países de la Unión Europea.

De todo ello, iremos hablando poco a poco.
Siguiendo la nomenclatura Europa, nos iremos ocupando de cada uno de los grupos de aditivos, indicando, en su caso, los mas usados y los mas seguros.


                                                                                        Por: El alquimista molecular

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