martes, 17 de septiembre de 2013

COCINA MOLECULAR (I): Una comida rápida


Estaba abrumado con el trabajo. Llevaba un día fatal.  Terminó como pudo un expediente, y pensó en darse un ligero respiro. Pero tenía que comer en poco tiempo.
Entonces recordó que muy cerca había un bar que ofrecía a buen precio ¨Platos del día”. También recordaba que allí le parecía haber visto un letrero con la sugerente inscripción  “Nueva cocina. La cocina del siglo XXI”. Se decidió a ver qué era eso.
Entró, y pidió la carta. Ante su sorpresa sólo había un “Plato del día”. Su asombro fue en aumento al ver, en primer lugar, que el nombre del plato era extenso, y después que no entendía absolutamente nada. Todo era una gama de palabras, de las que muchas de ellas no le decían nada.
El texto decía: 

“PLATO ÚNICO DEL DÍA:
1.- Complejo esencialmente proteínico  desnaturalizado, rico en grasas saturadas e insaturadas, colesterol, conteniendo varios microelementos (fósforo, calcio, hierro y zinc) y varias vitaminas del grupo B entre otras.
2.- Una ensalada rica en betacarotenos y flavonoides, con un contenido notable de potasio, pequeñas cantidades de vitaminas y elementos minerales, y aderezado con ácidos linoléico, propiónico y oléico, ácido acético y cloruro sódico.
3.- Se sirve con una porción de una mezcla, horneada, de hidratos de carbono, grasas, colesterol, fibra alimenticia y sodio”.

El pobre comensal no salía de su asombro, pero ¡era la hora de comer y no tenía otra opción! Así que optó por probar esa mezcla de cosas raras que parecía más bien una comida para perros. Se encomendó a todos los santos y pidió el “Plato del día”.
Ya desde lejos estuvo observando al camarero. Venía con una bandeja y un posible plato bajo una cubierta con asa. Estaba impaciente, nerviosísimo, repiqueteando los dedos contra la mesa. No sabía si ensalivar la lengua o dejar paso al pavor que le dominaba. Finalmente, el camarero puso la bandeja en su mesa,  levantó la cubierta y, ¡oh, milagro! ante él había “un filete de ternera a la plancha con una ensalada de tomate, y un trozo de pan”.   Ante su cara de estupefacción y algo de alivio, el camarero le explicó: “Señor, al igual que en las recetas se dan los ingredientes  uno por uno, nosotros hemos decidido enumerar los verdaderos componentes químicos de cada alimento. Es la nueva visión de la cocina del futuro. De esta forma, se sabe exactamente lo que verdaderamente come el cliente. Así que ¡Buen apetito!”
Poco a poco le fue volviendo el color, y para reponerse del susto, pidió una cerveza.  El camarero cuando se la trajo le dijo: “Su composición se la daré otro día. Así tendrá más emoción”.

A los pocos minutos el comensal volvió al trabajo completamente satisfecho por haber entrado con éxito en la comida del siglo XXI, y ¡por poco dinero!

Por: El alquimista molecular

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